BY ANTONIO O. RODRIGUEZ

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

Roberta Carreri y los territorios del cuerpo
Roberta Carreri (Milán, 1953) no ha olvidado su primera sesión de entrenamiento como integrante del Odin Teatret, recién llegada a la sede de la compañía en Holstebro, Dinamarca, hace más de 30 años. Los actores estaban sentados en un círculo, en un salón de ensayos, y el director Eugene Barba los iba llamando uno a uno, y les susurraba un tema para que realizaran una improvisación sobre el mismo. Cuando le tocó el turno a la nueva actriz, la consigna que recibió fue: ``En el jardín del Rey''. Ella quedó desconcertada y lo único que se le ocurrió, para salir del aprieto, fue encadenar una serie de acciones convencionales, de escasa originalidad.
Después de tres años de entrenamiento diario, su improvisación sobre el mismo tema ya estaba llena de de imaginación y sutileza. Ambos momentos de su biografía artística son recreados por Carreri en el espectáculo-demostración Traces in the Snow (recientemente presentado en el Teatro Prometeo de Miami Dade College), una propuesta que trasciende la simple enumeración de presupuestos técnicos y el recuento de la trayectoria del colectivo de Barba, para convertirse en una reflexión sobre un modo de entender el teatro y la actuación, en una experiencia cálida y pródiga en detalles humorísticos.
En Traces in the Snow, la actriz habla sobre algo que suele permanecer invisible durante una representación: la técnica. De forma clara y fluida, expone una serie de premisas básicas para los actores del Odin Teatret. Inicialmente hace énfasis en las posibilidades de cada parte del ``territorio del cuerpo'' para expresar actitudes y emociones antagónicas, y desarrolla secuencias de entrenamiento para ilustrar cómo el mismo movimiento puede alcanzar infinitas variaciones según su tamaño, dirección, velocidad e intensidad. Un segundo segmento está enfocado en la voz y en la importancia del dominio de los resonadores.
A modo de miniaturas, se engarzan fragmentos de espectáculos del Odin Teatret como The Book of Dances (1974), Brecht's Ashes (1980) o Judith (1987). La maestría de Carreri resulta ostensible cuando danza con movimientos que nos remiten a las tradiciones de Japón, Bali y la India; cuando recrea los cantos de los pigmeos de Nueva Guinea o del pueblo tuvá de Siberia, o cuando se transforma, gracias al dominio del cuerpo y de las cuerdas vocales, en personajes disímiles. Desde el ingenuo y divertido Gerónimo --un clown definido por su creadora como ``una chispa de vida'', una alusión a ``ese núcleo de nuestra alma que continúa siendo niño''-- hasta caracteres brechtianos como la Polly Peachun de La ópera de los tres centavos o la Ivette Pottier de Madre Coraje y sus hijos.
Tanto el cuadro del gran bazar de Estambul (un homenaje a la insospechada riqueza de la voz humana) como la escena de Judith brindan la posibilidad de constatar cómo los ``secretos'' técnicos compartidos durante la demostración se ``invisibilizan'' al ponerse en función del discurso escénico.
En una entrevista concedida a Ian Watson para el libro Negotiating cultures: Eugenio Barba and the intercultural debate, Carreri apelaba a una metáfora para aludir al proceso investigativo en que ha estado inmersa durante su carrera, al comparar el cuerpo con ``un continente con ríos, montañas y llanuras dentro del cual hay oro, esmeraldas, diamantes, incluso petróleo''. Para descubrir esa riqueza interior, ha tenido que excavar arduamente: ``Encontrar esa parte dentro de mí ha sido un trabajo geológico''. Traces in the Snow es un testimonio de ese arduo camino y una celebración del oficio de actor.
Hay que felicitar a Joann María Yarrow y a Alina Interián, directoras de Prometeo y del Florida Center for the Literary Arts, respectivamente, por haber propiciado la presentación en Miami de Roberta Carreri. Más allá de la afinidad que cada uno de nosotros pueda sentir o no por la estética de Barba, estas ``huellas en la nieve'' nos dejan una valiosa lección de rigor, creatividad y confianza en el futuro del teatro. •